jueves, 29 de mayo de 2008

A esas tuyas palabras que a veces no conosco.

“…Es que a veces la puta costumbre de querer hacerme el Horacio me hace olvidar que yo no estoy buscando nada… ya lo encontré…”

Me doy cuenta de cómo me tengo que dejár de joder, cerrar ese libro y deslizarme a las provincias del sur de nuestra cama donde, casualmente, no hace más frío que al norte sino que es más relativo. Entonces quedo en pasarla a buscar por Netoph (Cinturón de este pequeño continente que llamamos cama) y llevarla en abrazos hasta la costa donde puedo desnudarle los pechos y abrazarla fuertemente contra el mío.
Una vez ahí vamos arrojando nuestras ropas al mar como esperando que haya un Colón en su corpiño o alguien de menor violencia (un Magallanes verde en mi camisa) pero sin la sorpresiva tentación de conquistar un corno. Cuando se lo explico no me lleva el apunte pero es gracioso verla morder sus labios.
Y así las ropas terminan naufragando en todo ese océano que rodea nuestra pequeña isla, digo isla porque comenzamos a sentirla más pequeña. Esto ocurre cuando dejamos que ciertos problemas en las placas, innecesarios, nos priven de nuestros mejores golfos, penínsulas y demás, separándolas. Como un pequeño y cínico homenaje a la Bab El Mandeb.
Es entonces cuando la siento de un mordisco y la reto. “Nunca nada va a acabar con las cucarachas y eso está bien. Sólo aparecen al encender la luz.”

-¡Callate y pensá! Nosotros nunca vamos a necesitar de esas incomodas botellas de socorro que se arroján al mar.-
-Lo que quieras, pero yo siento que no llego con nada.-
-No tenés que llegar a ningún lado. Recorda que me dijiste ayer cuando hablábamos de cómo me abrigaste el día anterior.-
-“El frío entra mucho por las orejas y la nariz.”-
-En esta isla no hacen falta narices ni orejas mientras te traigas tus crayones y tu desprolijidad. En otras palabras, ¡Estamos salvados!-
-Pero Magenta Bueno, no sé si voy a poder.-
-Yo sé que sí y ahora preparate que nos espera un largo viaje hasta la puerta, después hasta la calle y después hasta comprar una galletitas para el mate.-
<< ¿Tendrá idea que imagino la conversación de recién con estas palabras que elegí?>> Pensé mientras se vestía y le dije – Tendé el continente y vamos por las galletitas.-
-¿Qué tienda el qué?-
-La cama, la cama.- (Rigor barato del autor.)
-¿Dijiste el continente?-
-No, no, te habrá parecido. Dale, vamos.-
-Bueno… ah, pará.-
-Sí, decime.-
-Ogue es Ego al revés.-

Y esa es la verdad absoluta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Seremos los locos.. (por la hora digo)

Noelia Domenech dijo...

Cuánto amor hay en este blog...