martes, 5 de agosto de 2008

Justicia divina (Cuento)

A veces es difícil para mí caer en la cuenta que el mundo no se rige bajo una justicia divina. Hoy tenía muchas ganas de fumar y nada de dinero. Como no había nadie en casa se me ocurrió ir hasta la casa de mi abuela y pedirle que me preste para comprar cigarrillos pero ella no estaba. Me hubiese conformado con tan solo un cigarrillo pero en buscando en un armario encontré varios billetes de cien. Supuse que no haría ninguna diferencia la ausencia de uno, si después de todo, sólo necesitaba dos pesos para comprar los puchos así que los tomé. Inmediatamente pensé Por qué comprar sólo un atado de cigarrillos cuando también podría comprarme algo un poco más caro, pero qué podría ser, ya sé, un libro. Salí de casa y fui al centro pero era muy temprano y todos los locales aún estaban cerrados entonces decidí volver a casa y regresar más tarde. En el camino pasaron varias personas fumando pero todas iban en la acera de enfrente. Así continuó mi camino hasta que me topé con un fumador de mi acera al que, respetuosamente, le pedí un cigarrillo y me lo convidó, como agradecimiento le di los buenos días y me fui. Pero entonces, No sería la justicia divina quien me estaba convidando ese cigarrillo. En el camino me imaginé qué pasaría si alguien me asaltaba pero me pareció tonto pensar eso teniendo en cuenta que si alguien me robaba no me estaría robando mi dinero por consiguiente él iba a regresar sano y salvo a su armario. Aunque no tiene porqué ser así en verdad, tal vez ni siquiera exista una justicia divina que impida mi robo siendo un policía parado en cada esquina de mi trayectoria, una vieja plasmada contra su ventana levantando el teléfono y alertando a un justiciero de mi robo, un episodio gracioso en el que se me regresaría lo robado, o al menos la justicia divina vestida de superhéroe surcando el cielo en mi auxilio para evitar el atraco. Eso me tranquilizó pero después pensé Qué pasaría si la misma justicia divina, una gorda rubia de cabello rizado, mallas, capa y rasgos de deidad viniera en mi rescate, una vez ahí ya no me ayudaría, esa sería la única forma de cumplir con su deber.

domingo, 13 de julio de 2008

-Bueno, chicos, yo los abandono, de seguro tienen que hablar de un montón de cosas.- Dijo Carla que se levantó, saludó y se fue con la velocidad de un rayo.
Mauricio no entendía nada, no podía creerlo. ¿Qué hacía él ahí?
-¿Qué haces acá, negro?-
-Pero ¿Así recibís vos a un viejo amigo, che?- Mauricio estaba muy sorprendido.
-Tenés razón, disculpame, es que estoy muy sorprendido. ¿Pero decime, cómo me encontrase?-
-Te cuento: hace ya una semana pasó por la facultad una chica que preguntó por mí y me dejó un mensaje con el teléfono de acá.- Mauricio estaba sobresaltado.
-Estoy sobresaltado, disculpame.-
-Pero quedate piola viejo, vení sentate, dale que cebo unos dulces como te gustan a vos.- Dijo Gustavo riéndose.
-Dale. Che, decime ¿fue Carla quién fue hasta allá?
-No, una tal Lucrecia Arévalo, dijo algo de un familiar mío, un asunto de urgencia y en cuanto pude hice un llamado y hablé con esta chica Carla ahí me enteré que se trataba de vos y me decidí por venir a verte. Se re movió la Lucre, che ¿qué es tuyo? ¿tu novia? Dejó una nota con su nombre y el teléfono de acá en la secretaria en donde se encargaron de comunicarse conmigo. Decí que el gordo está metido ahí y me conoce de cuando cursábamos juntos sino anda a saber cómo me enteraba. Bueno, llamé acá y me atendió un tipo, le pedí por Lucrecia y el tipo no entendía nada, pobre, le pegué semejante mareo. Al cachito se ve que se cansó y me pasó con una mina. Le comenté lo que pasó y le dije mi nombre. Enseguida te nombró a vos y quedé en venir hoy. Esta piba Carla quería llamarte pero le pedí por favor que no lo haga y justo cuando entraste estabamos por llamarte. Llegué hace como hora y media.
-Así que se llama Lucrecia, menos mal, ahora la puedo llamar por el nombre entero.- dijo Mauricio creyendo que pensaba cuando en realidad hablaba alto y Gustavo que ya lo conocía y entendió enseguida lo que pasaba comenzó a reírse bien fuerte como se reía él.
Hablaron toda la tarde Gustavo le contó de su vida, que estaba participando en un grupo de teatro llamado “Vergüenza ajena” y le hizo una invitación para una presentación ya que no lograba explicarle bien lo que hacían.
Una linda tarde de recuerdos, se tomaron tres pavas enteras.
Esa mañana Lu despertó y al encontrar a Mauricio durmiendo como el gran bebé que fue por la noche decidió dejarle una nota sobre la mesa de la cocina junto con una copia de las llaves que guardaba desde la partida de su compañera de Tandil para que Mauricio se sintiera tranquilo y cómodo y salir a la calle, a la esquina, a el ómnibus que la dejaba casi en la puerta de la Facultad donde Mauricio había conocido a Tavo para ver si podía conseguír alguna información de Gustavo Guzmán sin dejar de sentirse injustamente inútil por no sabér cómo dar también con Andrés. En la nota informó falsamente que debía salir a hacer unas compras para el hogar para no levantar sospechas.
Eran las 14:37 cuando Lu volvió a su casa y encontró a un Mauricio que al parecer se había despertado lúcidamente con el crujir de las llaves contra la cerradura.
-Buen día, mi amor. ¡Qué manera de dormir!-
-Hola Lu- Dijo Mauricio cortado por un bostezo que logró una alteración que transformó el Lu en un Louhú.
-¿Me vas a decir a qué se debió la serenata de anoche, negrito?-
-Sí, eso, perdoname, no tengo porqué venir a molestarte. Además me conozco y sé lo grosero que puedo ser, te suplico me perdones.-
-No te hagas problema che, pero por favor contame porque me preocupé mucho.-
-Sí, es que no me acuerdo bien, anoche me sentía mal y salí de casa tarde, me metí en una de las pizzerías que hay por el centro, estaba casi vacía salvando a unos viejos en una de las mesas que jugaban al truco con la mesa llena de tronquitos de pizzas, carozos, sifones y algunos pingüinos. De fondo se escuchaban tangos en un radio. Me pedí tres porciones de pizza con anchoas y una botellita de cerveza y escuchaba el murmullo y no pasó nada hasta que el dueño se fue y el empleado cambió la estación y dejó una estación en la que pasaban Autumn leaves. Tendrías que haber visto la cara del tipo, se le iluminó, parecía más le dueño del lugar por la tranquilidad con la que cerró los ojos y hecho la silla para atrás subiendo las piernas hasta apoyarlas en el mostrador. Termina ese tema y pasan otro que no conocía, bastante largo era y de a momentos me sonaba pero nada, los viejos seguían revirándose y en un momento se mezcló mi seña pidiendo un vinito, yo ya había terminado las porciones y la cerveza, los viejos entrando en la primera mano del punta y hacha y el radio que transmitía una canción que no escucho en mi cabeza desde hace tiempo. Me agarró una tristeza tan grande que empecé a tomar y después no recuerdo mucho más, pagué, tomé un taxi, todo esto ya borracho supongo, perdí los documentos… perdoname pero es lo único que recuerdo.- Dijo Mauricio la mirada perdida pero concentrada como tratando de unir cabos sueltos y reconstruir la escena de un crimen.
-¿Qué canción era?- Pregunto Lu sintiéndose, estúpidamente, una especie de detective con una media sonrisa dibujada en el rostro.
-I´ll be seeing you, ¿viste? Esa que dice…- Y comenzó a tararearle la melodía.
-Sí, la conozco y lo supuse, anoche te encontré acostado contra la reja de la entrada cantándola y llorando.-
-No me digas, ¡qué boludo! ¿Te dije algo que te haya parecido importante?-
-Me hablaste de Gustavo y de Andrés, hacía mucho tiempo que no lo hacía por cierto.-
-Sí, pasa que ayer Carla encontró un cuaderno mío viejo y me lo puse a leer, me habré puesto melanco.-
-Y sí, pero sí ahora estás mejor me gustaría que hoy te quedés acá te voy a hacer una lasaña ¿queres?-
-¡Uy, negri! Estaría buenísimo. Prestame el teléfono que le aviso a Romeo que me quedo acá.-
-Dale y quedate el tiempo que quieras.-
El tiempo que Mauricio quiso fueron 8 días y ocho noches hasta que a la mañana del noveno sintió muchas ganas de volver con su maderita y su cuaderno. Se sentía apenado, entre otras cosas, por no aportar con dinero para los víveres aunque sabía como era Lu, ella no se haría problema con algo así, sabía muy bien lo que era estar mal de plata y le gustaba darle una mano a la gente, más a él pero ya era hora de volver a la casa de Carla y Romeo.
Una vez que regresó a su casa iba caminado por el pasillo que lleva a la puerta de entrada hasta que escuchó una voz masculina, cosa rarísima ya que en la casa cuando estaba carla sola lo único imaginable era escuchar una voz femenina, nunca iba hombres sino estaba Romero. Era un detalle que había hecho sospechar a Mauricio que si era celoso, no como él creía. Incluso, mientras caminaba, bromeaba con ello.
-Esta Carla, mirala vos nomás, flor de atorranta resultó- decía mientras se reía como un nene. Golpeó la puerta a modo de chiste como advirtiendo a Carla que era inminente su entrada en la casa y que, en el caso de estar engañando a Romeo, lo mejor sería vestirse e ir inventando una coartada para justificar la presencia de un hombre ajeno a la casa. Metió la llave e la ranura y abrió lentamente la puerta. Siempre le causaban gracia esas cosas, lo divertían, le gustaba actuarlas. Una vez que entró lo primero que vio fue a una Carla sospechosamente sonriente y a un tipo de gorra sentado se espalda fumando y devolviéndole el mate a Carla. Unos segundos tardó en darse cuenta que la expresión en el rostro de Carla no era de sospecha, era de contento, de quien aguarda escondido tras la puerta al engañado cumpleañeros para encender la luz de golpe y gritarle sorpresa al sorprendido agasajado que en este caso era Mauricio que al ver como el tipo del cigarrillo volteó para verle la cara no pudo evitar largarse a llorar al reconocer a su querido Gustavo Guzmán en la misma mesa de su casa después de cinco largos años de no verlo.

sábado, 12 de julio de 2008

Es que esa madrugada, esa misma madrugada en la que carla había encontrado el cuaderno, Mauricio no pudo dormir, ni dejar de leer, ni dejár de lijar esa maderita. Una madera muy dura, es que esa madera, y ya lo había aclarado Romero, era un trozo de Dalbergia Melanoxylon que, vaya a saber uno, dónde diablos la habría encontrado Mahú y a eso de las tres de la madrugada no aguantó más y salió a la calle.
A las cinco menos cuarto Lucía (o Luciana o cómo se llame) se despertó de un sobresalto con los alaridos quejumbrosos que brotan de las calles a esas horas. Ni tan asustada ni tan valiente volvió a taparse, esta vez hasta la nariz, e intentó conciliar el sueño sin lograrlo. Ya estaba, Lu se había desvelado y eso era tan jodido para ella. Ya desde muy chiquita que sufría insomnios. Se acordó de las noches de sus 9 años cuando se levantaba e iba hasta la cocina a servirse un vaso de agua o leche y encontraba a Don Iván, su viejo, quien tampoco dormía debía a la difícil situación económica que padecía siendo él viudo y padre de tres nenas que todavía iban a la escuela. Se acordó de cómo Don Iván arrancó a laburar de remisero hasta que juntó unos mangos y puso un quiosco en la casa que le atendía la Paula, su hija mayor que ya iba en secundario. Y los alaridos seguían entrando así como los recuerdos de Don Iván. Pobre el viejo- pensó la Lu – Como solito, solito se volvió a levantar y nos dio todo. Cuando me festejo los quince en la sociedad de fomento del barrio (más alaridos que iban tomando forma), cuando me mando tomar clases de canto y como siempre se hacía un tiempito para llevarme al baile e irme a buscar (más alaridos que a esta altura se oían como alturas sonoras organizadas por tiempos de duración.) Yo conozco esa canción- Pensé Lu. Se levantó y se acerco a la puerta de la pieza para escuchar mejor pero aún no escuchaba la letra, cruzó el comedor hasta llegar a la ventana que daba a la calle y ahí escuchó bien esa canción que cantaba un borracho con aires tristes. Una letra muy bonita y, de repente, sintió como si una orquesta largara todo su sonido dentro de la sala, se sentía dentro de un musical, tan adentro que comenzó a cantar.
“…I’ll find you
in the morning sun
and when the night is new.
I'll be looking at the moon,
But I'll be seeing you…”
Le pareció un momento tan sublime y melancólico que decidió asomarse y conocerle la cara a su cantor porque la Lu tenía un Ego. A estas alturas ella creía que le estaban dando una serenata y esa debe haber sido la razón por la cual abrió la puerta y, para su sorpresa, se encontró con un Mauricio borracho tirado a los pies de la reja de su departamento llorando como un bebé y ladrando esa canción que en un momento así sólo podía sonar hermosa. Se calzó una bata rápidamente, tomó las llaves y bajo las escaleras de un saltó tal que tuvo la sensación de sólo haber bajado un escalón. Le conmovió tanto la escena el ya pobre y torturado Mauricio cantando que no pudo evitar largarse a llorar como cuando veía a Don Iván agarrarse la cabeza en la mesa de la cocina a oscuras por tantas madrugadas de sus nueve añitos. Le abrió la puerta e intentando abrasarlo tropezó y cayó sobre él sin interrumpir la canción que, una vez abrazado, Mauricio comenzó a cantar cada vez más fuerte y con más intensidad. Ya establecida lo tomó por la espalda y comenzó a arrastrarlo por las escaleras trabajosamente hasta meterlo en la casa olvidando la reja abierta con las llaves puesta las cuales, una vez Mauricio ya dejando de cantar y metido dentro de la casa, bajo con la misma velocidad a recogerlas, como si estuviera yendo en la ayuda de un nuevo Mauricio cantor instalado en la misma entrada como dándole ese aire de útero del cual nacían los Mauricios borrachos y cantores. Una vez adentro no encontraba a Mauricio entre tanta oscuridad debido a la confusión que se produce en la vista al estar mucho tiempo en la oscuridad, ver mucha luz de golpe y volver a la oscuridad. Se sintió ciega y, para colmo, el muy sabandija se había escondido en esta nueva casa de Lu ciega. Duró poco su susto porque Mauricio decidió interrumpirlo con una simple pregunta tan desubicada que Lu no sabía si harían bien tranquilizándose o poniéndose más nerviosa.
-¿Cuál versión te gusta más a vos: la de Holiday o la de Liberace?-
-¿Mi amor estás bien, qué te pasa, qué me preguntas?-
-Contestame, te hice una pregunta ¿por qué no queres contestarla?- Dijo Mauricio largando un llanto cada vez más nervioso, como el de los bebés cuando uno tiene esa sensación de que no los entiende.
-Por favor decime qué tenes.-
-No te voy a decir nada- Gritó Mauricio –Nada te voy a decir. Sos tan tonta, decime a ver: ¿Dónde está Tavito, qué pasó con Andrés, eh, qué carajo pasó con ellos? ¿No ves? Ni sabés ni te importa.-
-Ay, Mauri.-
Lu se acercó hasta Mauricio y lo condujo hasta su cama donde lo contuvo y lo calmo hasta que se durmió. Más avanzada la noche sintió como Mauricio sufría espasmos y calmándolo se sintió bien al ver que el niño Mauricio cantor y ahora llorón y enojado pudo descansar junto a nueva madre que ahora lo mimaba y acariciaba con unas manos sabías y serenas.

viernes, 27 de junio de 2008

A la mañana siguiente Carla se despertó como a las 9:30. Ni Mauricio ni Romeo estaban en la casa. Al darse cuenta lo sola que estaba sintió un fuerte deseo por entrar al cuarto de Mauricio, quizás por saber si la bailarina estaba ya más cerca del Luna Park que de Pereyra o solamente quería curiosear el cuadernito de y entender qué hacía él ahí.
Entró en la habitación y encontró el cuaderno entre el colchón y la almohada. Lo tomó y, ubicándose sobre la cama, comenzó a abrirlo aleatoriamente.

lunes, 23 de junio de 2008

-Hola mi amor-.
-Bicho, llegaste-.
-¿Y Mahú dónde anda?-.
-Está en la pieza, sigue con su pedacito de madera y el cuchillo-.
-Este pibe está mal, no sé qué intenta hacer-.
-Está tallando algo, dice que va a ser una bailarina-.
-Pero sin lija, sin gubia, le va a llevar por lo menos un año-.
-Por ahí se entretiene así, además, debe querer usar ese cuchillito que tiene-.
-Ese cuchillito es un cuchillo de pescador, lo encontró de chico en la espuma del mar en una playa de Mar Chiquita-.
-Ya sé, lo escuché contar esa historia la misma cantidad de veces que vos. Qué raro que, entre las cosas que se llevó de la casa, haya guardado ese cuchillito ¿no?-.
-Y, andá a saber que historia tiene. Haceme acordar que tengo que ir a comprar cigarrillos-.
-¿Y por qué no vas ahora?-.
-Porque recién entré, bicho, me da fiaca-.
-Dejá, voy yo-.
-No, pero no te hagas drama-.
-No te hagas problema. Además mejor, así hablás un poco con él. ¿Precisas algo más, Carlos?-.
-No, mi amor, estoy bien-.
Romeo se acercó hasta la puerta de Mauricio y la golpeó tres veces. Mauricio siempre les decía que no le molestaba que lo interrumpan con el golpeteo de la puerta siempre y cuando éste sea impar.
-Permiso, ¿se puede?-.
-Sí, Carlitos, adelante-.
-Loco, hace días que estás metido acá adentro. ¿No vas a salir?-.
-Pero sí, Romeo, no te pensés que me pasa algo que no me pasa, no es tan grave, me entretuve con esto y nada más-.
-¿Che, pero estás bien vos?-.
-¿Cómo si estoy bien, señor Romero?-.
-Digo, acá en casa o tus cosas. No me compliqués, sabés que soy medio opa para hablar, che-.
-Sí Carlos, quedate tranquilo que estoy bien. Ahora, si no te molesta, me gustaría seguir con esto-.
-No, negrito, disculpame, yo sólo quería sabér si estabas bien. Ahora en un rato tomamos unos mates antes de la cena ¿Te aviso?-.
-Cualquier cosa me aparezco, te prometo. Hoy Carla encontró un cuaderno mío viejo y por ahí lo ojeaba un rato-.
-Bueno, por si no llegás a venir, te dejo la comida en la heladera-.
Romeo dio media vuelta y se fue. Su salida justo coincidió con al entrada de Carla que le preguntó algo que Mauricio no alcanzó a escuchar pero si vio como Carlos Romero se encogió de hombros y siguió camino.
Carla y Romeo eran un gigantesco dolor de muelas. Vivían juntos y casi no los veía por separado. Se habían vuelto un monstruo de dos cabezas.
Mientras la carita de Carla era bonita la carota de Romero era sabia. Mientras la manito de carla servia para alimentarlos la manota de Romero los protegía de la lluvia.
Hablaban las mismas palabras al mismo tiempo. Sabían todo el uno del otro. Caminaban abrazados y se sentaban uno sobre el otro y hasta se tomaban de la mano mientras leían o estudiaban.
Se besaban de lunes a sábado. El domingo lo reservaban para hablar o ver películas en el cine o armar rompecabezas en el living-room.
Se saludaban al acostarse y al levantarse, al separarse y al reencontrarse.
No tenían secretos entre ellos, no eran celosos, no eran aburridos, no eran tontos, no eran feos pero tenían el peor de los defectos, eran perfectos y eso a Mauricio lo deprimía.
Se veían mucho con él, lo llevaban a comer o a su casa y siempre que él no tenía donde ir sabía que unos mates siempre lo esperaban en la casa de Carla y Romeo.
Carla era rubia y alta, de cabello rizado y labios carnosos, buena figura, ojos claros.
“Nunca me parecieron atractivas las rubias y mucho menos los ojos claros, siempre me asustaron, uno nunca se refleja en ellos, no te ves o es cosa mía. Además las personas de ojos claros siempre tienen algo. O son muy inteligentes o callados o graciosos o muy malas personas o mezquinas o etc.” Pensaba Mauricio.
Por otra parte Romero (cuyo verdadero nombre era Carlos) era alto y de cabello rizado y negro, ojos marrones claros y barba. Físico entre bien formado y algo obeso, una cosa bastante rara pero que las hay las hay.
“Siempre fueron mi familia. Cuando no tenía adónde ir siempre se hacían presentes ellos dos o ellos uno en realidad porque ya eran, como dije antes, un monstruo de dos cabezas”.
Romeo estaba tratando de conseguirle empleo en el restauran donde trabajaba. Mientras tanto Mauricio se quedaba con ellos en una casita que alquilaban cerca del centro.
Los días eran divertidos para Mauricio, ninguna obligación, no tenía horarios, no trabajaba, siquiera ayudaba en la casa a Carla y cuando Carla y Romero salían a trabajar se quedaba panza arriba. Algunas veces pasaba una tal Lucía o Luciana (Mauricio no sabía bien su nombre) y traía yerba, hacían el amor y Mauricio le peleaba por todo.
Eran días de puro folklore, Mauricio se la pasaba escuchando a la negra Sosa, al dúo salteño, al Cuchi y madrugaba mucho, leía, fumaba, tomaba mate solo (cosa que siempre le resultó triste pero ya se había acostumbrado) es que no tenía con quién verse y, cosa que el no aceptaba pero, lo entristecía.
-Hola Mahú ¿cómo estás?-.
-Tirando- Dijo Mauricio indiferente, odiaba que Carla lo llame así.
-¿Sabés algo de Romero?- Preguntó Carla levantando un libro que Romeo estaba leyendo de la mesada.
-Sí, sigue diciendo que aún no le gusta mucho pero que engancho un capítulo muy divertido, “están como en un puente y la minita le tiene que tirar la yerba y unos clavos al otro y está por caerse, es muy divertido” dice-.
-¿Hoy vino tu amiga Lu?- En realidad Carla tampoco sabía cómo se llamaba la amiga de Mahú.
-Sí, estaba requete-hincha-pelotas. Yo quería escuchar un huayno que enganchó el radio y me hablaba de su dentista y de su modista. Te vas a reír mucho Carlita, pero encima estaba ese libro en la mesada y lo que me dijo Romeo, imaginate cómo me sentí. ¿Será que extraño algo che? ¿Pero qué puede ser?-.
-Y no sé ¿algún amor del pasado? ¿Alguna amistad perdida?-.
-Ay nena, ¿hace cuánto me conoces ya?-.
-No tanto, Mahú, no tanto-.
-Bueno, entonces no puedo justificarlo pero no me pasa nada- Dijo Mauricio un poco perturbado.
Carla se acercó a la cocina y puso la pava mirando por la ventana. Luego se dejó caer en el sillón que estaba vecino y una vez acostada, con un poco de trabajo se estiró y tomó un libro de la biblioteca, que estaba cerca. Lo abrió en cualquier página y comenzó a leer en voz alta con acento centro americano. Le divertía muchísimo jugar ese juego. Mauricio sonreía.
Carla seguía leyendo en voz alta. A Mauricio le parecía familiar lo que Carla leía así que paró la oreja.
-“…Gustavo, gusano torpe y croto…”-. “De dónde me suena eso” pensó Mauricio muy extrañado.-“…Y ese amigo que me enseñó a dibujar tan bien prefirió irse alejando de mí. Me cambió por ese mastodonte sin sentimientos, ese mal tipo que, si bien será un amigo se sus infancias, a demostrado ser el mayor de los gorilas. Pedazo de hijo de puta, basura humana, ¿qué mierda le hiciste? ¿Qué carajo le hiciste, reverendo hijo de puta?...”-. Mauricio se empezó a sentir tonto, no podía reconocer esos párrafos. –“…Ese día no aguante más, entre mis amigos perdidos, la universidad, y ese amor que tanto quise, tuve que irme muy lejos y dejar de verlos…”-. Mauricio se frotaba los ojos de rabia, no podía caer en la cuenta y Carla que seguía leyendo.
-Mahú, qué lindas cosas escribías-. Mauricio se sintió un verdadero pelotudo y enojado se levantó y le arrancó de las manos el cuaderno y le dijo:
-Qué sea la última vez, boluda, qué sea la última vez-.
-Che, no te enojés, vos también lo dejás ahí-.
-Yo no lo dejé ahí pero ese es un misterio que se va a resolver en otro momento, ahora no tengo ganas de jugar con la lupa-.
-Ya está el agua, no te enojés Mahú, vení a tomarte un mate-.
Toda esa tarde Mauricio no dejó de pensar en Andrés y Gustavo, esos dos amigos que el tiempo había dejado atrás. Pronto se cumplirían cinco largos años de no saber nada de ninguno de los dos.
-Yo mejor voy a faltar-.
-¿Por qué?-.
-Quiero ver si lo engancho al Andrés, debería hablar con él por aquel problema que tenemos y vos ya sabes bien-.
-Bueno ¿pero el no cursa?-.
-Sí, pero, conociéndolo como lo conozco, seguro faltó-.
-Ah, bueno ¿Vamos hasta la estación?-.
-Dale, pero antes ¿te acordás los dos pesos que tenías ayer? ¿No me los podés prestar? es que quiero comprar puchos-.
Se pusieron en marcha rumbo a la estación. Al llegar se despidieron y cada uno tomó su camino.
Mauricio bajó del tren y comenzó a caminar por las vías directo al kiosco. Metió la mano en el bolsillo para buscar los dos pesos pero el guante le impedía el tacto necesario para dar con ellos entonces mordió el dedo índice del guante y se lo arrancó de la mano, buscó los dos pesos y fue al kiosco.

martes, 17 de junio de 2008

Se escuchó el ruido de la puerta destrabándose y, por fin, salió Lina con un termo, una azucarera con lugar para la yerba y un mate con su bombilla.
-Traje mate, Mauri-.
-Sí, veo, gracias amor-.
-¿Seguro que estás bien?-.
-Sí. Yo sabía, cuando dijiste lo del agua, que ibas a hacer mate-.
-Sí, sabía que te iba a gustar. Mirá, ponete ahí contra el garaje que voy a buscar una frazada, la llave de calle y vuelvo. ¿Tenés hambre?-.
-No, estoy perfecto. Apurate-.
-Sí, obvio. Sabés, la llave de calle estaba abierta de pedo, anoche me olvidé de cerrarla-.
-Mirá vos. Che, me di cuenta que no tengo un mango para viajar mañana, ¿Vos no tendrás algo?-
-Yo te presto, quedate tranquilo por eso. Ahí vengo-.
Lina entró a su casa, luego volvió y cerró la puerta de la reja. Se sentaron contra la pared el garaje, del lado de afuera del garaje, un buen lugar porque, al estar tras un aloe vera gigante, estaban refugiados de la calle y tapados con su frazada. Tomaron mate, charlaron, se rieron mucho. A Mauricio le hizo verdaderamente bien ver a Lina esa mañana. Y sin darse cuenta los dos se quedaron dormidos hasta que el sol estuvo muy alto y notaron que llegaban tarde a la facultad.
-¿Sabés qué pasa Gustavito?, que vos tratás de tranquilizarme pero acá el tranquilo soy yo, no me siento un pobre tipo, me siento rico, muy rico-.
-¿Y el problema es ese?-.
-Bueno, eso mismo pensaba yo, pero no, no hay problema, yo los busco, yo soy el que se mete a leer en la ducha, yo soy el que se pone a hablar con mediocres, con esas personas horribles que en un mundo justo ni siquiera podrían verse al espejo. Además las cosas con Lina andan de maravilla. Nunca estuve así, te lo aseguro-.
-Pero bueno, tomá che…- Le alcanza un mate –entonces no le des bolilla a ese, es un gil, date cuenta-.
-Sí, te juro que ya lo había notado. Igual tengo ganas de coming through the rye, poor girl-.
-¿Lo querés? Lo tengo ahí en la cómoda. Lo compré nuevo en la feria de plaza Italia, lo pagué trece mangos. Es usado pero está nuevito-.
-¡Qué lastima!-
-¿Te podés dejar de joder? Todos preferimos el olor a libro viejo, ese olor amarillo y esa sensación de tapa dura y años, nos hace sentir más importantes pero esas cosas son puras vanidades. Si lo queres el libro es tuyo, agarralo nomás-.
-Tenés razón, me estoy portando como un nabo, dámelo que está noche ya tengo con qué ir a la ducha-.
-Dale tío, llevalo tranquilo, yo igual tengo que terminar unas cosas de Asís-.
-Sí es el que creo está buenísimo.-
-Sí negro, no te hagas, todos empezamos por los títulos conocidos, después que tenemos dos o tres libros encima nos venimos a mandar la parte que lo re conocemos e inventamos historias de cómo llegamos a él involucrando biblioteca, abuelas, primos que no existen, diálogos que nunca nacieron y demás boludeces para quedar bien-.
-Bueno, hoy no es mi día che, dejá de recordármelo.-
-Todo bien, bueno tendría que terminar de leer eso, sino te molesta, igual te podés quedar-.
-No, si yo ya me iba. Tengo muchas ganas de ver a Lina, me parece que a la noche la llamo-.
-Hoy hablé con ella en la facultad, va a llegar tarde a la casa, se va con la madre a la capital-.
-No, no me digas, y ahora qué hago-.
-Y llamala a la madrugada. Negro, si te vas a ir a tu casa metele o vas a viajar de noche y ya sabemos los dos lo lindo que es este tren de noche-.
-Sí, ya me fui, chau Gustavito, gracias por todo-.
-De nada negro, volvé cuando quieras. Acordate que mañana se quedan a dormir vos y Lina acá y si hablás mandale un abrazo-.
-Le mando, le mando-.

Salió de la casa y con una velocidad increíble, tropezando viejas, soretes (es plata, es plata) y demás obstáculos llegó a la catedral, todavía faltaba mucho viaje pero quiso parar a descansar. Se sentó en un banco y sacó el libro que le prestó Gustavo. Empezó a leerlo. Se distrajo a los pocos minutos con dos niños que jugaban a la rayuela. Un mocoso de pelo rubio y lacio con corte taza y una pecosa con pelo enrulado hermosa y se dijo -“La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato…” Lindo recuerdo- pensó. Ahora el mocoso empujó a la niña y se fue corriendo, la enana chirriaba como si la hubieran matado y, sin querer, pateó la piedrita que fue a dar contra el zapato de Mauricio. La levantó, la examinó y se incorporó. Se le acercó a la nena y, agachándose, le dijo.
-¿Esto no es tuyo?-.
-Sí, snif, señor, snif-.
-¿Ese nene es tu hermano?-.
-Sí…snif-.
-¿Y están solos?-.
Un poco, entre, confundida y desconfiada asintió con la cabeza.
-¿Qué edades tiene ustedes?-.
-Yo tengo 5 y el 7-.
-Andá, corré y avisale que vas a comer un alfajor y tomar una chocolatada conmigo al café de la catedral. ¿Queres?-.
Y de repente el llanto paró y una sonrisa amaneció en el rostro de la nena que salió corriendo hasta su hermano, avisó y volvió.
Al llegar a la esquina Mauricio pidió a la nena que lo tomé de la mano por cuestiones del tráfico. La nena lo agarró y, una vez cruzada la calle, Mauricio le hizo el viejo “uno, dos y tres” contra el cordón.
Llegaron al café y se sentaron en una mesa cuya ventana daba a la plaza. Mauricio ordenó y se dio cuenta de cómo se estaba quedando ya sin dinero, pero al menos le iba a alcanzar para pagar y volver a su casa y para el día siguiente.
Perdió la nación del tiempo, estaba encantado con la niña que ya no lloraba más y se reía con sus rulos hermosos. Le recordaba muchísimo a Lina, más cuando sonreía.
Al cabo de dos horas entra el petizo del hermano al café buscándola. Ya eran como las nueve de la noche, hora de cenar. Se acerca a Mauricio y le dice que la mamá dijo que ya se tenían que ir. Mauricio le dijo que tenía algo para él también y le dio un alfajor (pero más chico que el que le dio a ella). El petizo le dijo, también, que la madre estaba muy preocupada por ella, que no sabía con quién estaba y le preguntó a Mauricio cómo se llamaba, entonces Mauricio lo miró fijo, con la misma mirada de un mago que intenta sorprender y le dijo.
-¿Vos sos nene o nena?-
-Nene-.
-Te compro tu nombre ¿Cómo te llamás?-
-Mauricio-. “Qué gran coincidencia”, pensó Mauricio, pero no dijo nada.
-¿Por cuánto me vendes tu nombre?-
-Por tres pesos pero en tres monedas de uno-.
-Hecho-.
-Me llamo Mauricio, Mauricio Zárate-.

Se despidió de ellos, no sin antes darle los tres pesos y los ayudó a cruzar la calle y acompaño, de la mano, hasta el centro de la plaza donde esperaba su madre. Al llegar se presentó y la mujer lo miró de arriba abajo con una cara de asco. Él se sintió un poco tonto y se fue.
Faltaba mucho aún para la estación y fue ahí cuando se dio cuenta de que no tendría dinero para viajar al día siguiente, los últimos tres pesos se los había dado a ese mocoso, solamente le quedaban tres pesos para viajar ahora pero ya tenía muchas ganas de fumar. Caminó muy lentamente buscando un kiosco. Al fin encontró uno y compró un cigarrillo. Se ve que la mujer del kiosco se enamoró de él porque después de comprar y pedirle fuego ella le regalo una caja de fósforos y lo saludó hasta con cariño. – Tengo que comer más fósforo-. Pensó Mauricio a modo de chiste.
Llegó a la estación para el último tren, se prendió un cigarrillo y empezó a putear, no sabía en qué pudo haber perdido tanto tiempo. Encima el próximo tren pasaba a las doce y media de la noche y recién eran las once. Se sentó a leer en un banco hasta que el tren llegó. Muy asustado se subió y siguió leyendo el libro de Gustavo.
Bajó del tren y se prendió otro pucho. Camino a su casa se cruzó con Andrés que justamente iba a comprar puchos. Ya eran como las dos de la mañana y se quedó charlando con Andrés. Agarró la caja de cigarrillos, le sacó dos y se los regaló a Andrés como para disculparse por irse tan pronto (aunque ya había pasado una media hora de hablar de idioteces). Andrés insistía en que se los quede que él estaba yéndo a comprar que ya no quedaba tan lejos pero Mauricio lo convenció agregando que estaba muy peligroso, que mejor se fuera porque aún le faltaban como ocho cuadras y que era mejor guardar el dinero para el otro día, si total ya tenía lo que quería. Se despidieron y a las dos cuadras Mauricio se sintió un idiota –Tendría que haberle pedido que me preste plata, qué boludo-.
Llegó a su casa como a las tres de la mañana y con sólo un pucho pues se había prendido uno en el camino, estaba fumando mucho. –Uh, tenía que llamar a Lina, cómo voy a llegar a esta hora, ya debe estar acostada. Ay no, necesito verla ya-. Bastante enojado consigo mismo se acostó a dormir pero no podía lograrlo así que se levantó, prendió su último cigarrillo y se fue con el libro de Gustavo a la ducha.
Apagó el pucho por la mitad para guardarlo para después y se lo metió en el bolsillo del pantalón.
No podía dejár de pensar en ver a Lina, en verla ya, hasta se empezó a poner triste, no etendia que le pasaba y sólo se quedó ahí leyendo.
Un rato más tarde tomó su bufanda y salió a buscarla, necesitaba verla por alguna razón. Llegó a la estación de tren con muchísimo frío, estaba tan desabrigado. Una vez ahí pensó en cómo viajar sin nada de dinero, puesto que no lo tenía así que espero que su tren llegué y una vez que el tren arribo en el andén pasó corriendo por entre los chanchos y subió rápidamente a uno de los últimos vagones.
En el viaje sentía una gran ansiedad por llegar, hurgó en sus bolsillos y sacó un cigarrillo por la mitad, todo lo que le quedaba, se sentó en uno de los estribos y lo prendió. Fumaba y se repetía -Coming through the rye, poor girl-. En el paisaje se veían viejas fábricas abandonadas y no tuvo mejor idea que insistir con la idea del cisne –torcerle el cuello- pensó.
El tren por fin llegó, recorrió la cantidad de kilómetros necesarios que quizás no eran muchos para una máquina pero hubiesen hecho demorar mucho para una máquina (con tracción a sangre).
Una vez en la estación bajó y comenzó a caminar. Todavía era de noche y ya extrañaba un cigarrillo. Dobló en la esquina y llegó a su ventana. Buscó en el pasto y la vereda algún artefacto para golpear la ventana, una ramita, un poco de tierra seca, hasta que encontró una piedra. La tomó y la miró con cariño pero luego su mirada se fue tornando siniestra, como si algo en la piedrita lo hubiera molestado, luego volvió a mirarla con cariño como perdonándola y sonrió. Al ver la piedra recordó enseguida “La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores…” –Já, el capítulo 36, que estupidez que algo así me salvé ahora, pensar que amo tanto esa obra, una de mis preferidas y fue tan arruinada a mi parecer. ¿Cuántos será ya los jóvenes que habrán escrito el capítulo 7 en sus fotologs para alarde masivo, para quedar cancheros, cultos, tipos leídos, para levantarse una mina o ser una mina como pocas, y todo sin darse cuenta de cómo prostituyeron tan bellas palabras? Mejor me apuro con esto-.
Cerró su ojo izquierdo, sacó su lengua y la apunto hacía la nariz y, abanicando la piedrecita, soltó el instrumento como quién toca el timbre o golpea la puerta a los manos a las cinco de la tarde con invitación previa. Unos segundos más tarde ella abrió la cortina y le dijo que la reja estaba abierta, que no haga ruido.
Se acercó a la ventana.
-Lina, mi amor…-. Ella estaba en camisón y le costaba abrir los ojos pero, con una gran sonrisa y una voz de dormida dijo.
-Mi amor ¿qué hacés acá?-.
-Vine a contarte una historia sobre un ruidito muy simpático, le pasaban cosas-.
-¿Pero estás bien?-.
-Seguro, jo que estoy bien, sólo que quería verte y no me aguanté-.
-Te haría pasar pero no quiero despertar a mí mamá. Esperame un minuto afuera, ¿sí?-.
-¿Pero cuánto?-.
-Lo suficiente como para que no hierva el agua-.

Ella se alejo de la ventana, la cerró y apagó la luz.

lunes, 16 de junio de 2008

Quiso despertarla, torcerle el cuello al cisne, no por ella sino, más bien, por sus pesares. Una soledad inexplicable lo invadía, una sensación demás extraña, él sabía que no estaba solo pero bastaba verse a sí mismo dentro de la ducha, sentado, leyendo un viejo libro en una nueva edición, “Phoebe es mucho más madura que su hermano mayor, mucho más madura que yo mismo” pensaba y, desde la soledad acústica de la ducha, sin ya leer nada, se repetía para sí mismo
“Coming through the rye, poor girl,
Coming through the rye,
She always drags her petticoat
Coming through the rye.”
Y volvía a repetirlo -"I think that the poem would be better translated like this"- se decía y:
“Coming through the rye, poor girl, coming through the rye,
She always drags her petticoatcoming through the rye.”
Y pensaba en como algún día despertarla sería ago tan cotidiano, coming through the rye poor girl, en medio de la noche para pedirle que lo cuide, coming through the rye, y charlar o sacar un juego de mesa sobre la cama, She always drags her petticoat, en definitiva vivirían juntos, coming through the rye, ¿y no es a caso lo que hacen las parejas?
Seguía en la ducha pero ya no leía, ya no repetía ningún verso, solamente recordaba. Recordaba el primer día del año en su madrugada cuando volvieron a hacer el amor después de tanto tiempo, en la calle. Ella tenía un vestido negro hermoso y estaba encantadora ¿y ahora? ¿qué tengo yo en esta ducha que se asemeje un poco a ese callejón, a ese vestido negro, a aquella hermosura, a aquella sensación del primer momento, a reventarte espasmódicamente segundo a segundo sabiendo que la vida se te está escapando en cada beso que le dejás y terminas estropeando todo con un chorro de semen mal calculado, un chorro de semen bastardo, un descuido en la protección habitual? ¿pero de qué habito estoy hablando? Si eso no era un hábito. Eso fue un regalo, no más que un regalo.
Y una vez más pensó en llamarla pero claro era muy arriesgado teniendo en cuenta la hora y que ella debía descansar. Quizás su madre hubiera llegado antes al teléfono y él no quería quedar mal. Haría preocupar a Lina el mismísimo pedo si no era nada lo que le pasaba, sólo que quería estar con ella y compartir la madrugada. Sacar una mesa al balcón de su casa que aún no tenían y decirle que estaban en París. “Poor boy” pensó. Quizás podrían poner la pava y tomar unos mates o hacer el amor como esa tarde que fue tan hermosa.

Se levantó, salió de la ducha, se calzó las pantuflas y decidió esperar, en la oscuridad fumando, una hora oportuna para verla.

viernes, 13 de junio de 2008

Me gusta jugar con sus piernas, darles de comer, acariciarlas con dulzura, llevarlas a pasear, vestirlas con besos, recostarme en ellas, caminar kilómetros enteros.

jueves, 12 de junio de 2008

Sé que te encanta comer cosas saladas y ponerle más café al azúcar, entrar como un caballo rompiendo y tropezando con todo porque así, decís, es más humano. Te encantan los jueves y faltar a la facultad. Hablar mal de la gente y quejarte todo el tiempo, contradecirte, más que nada te encanta contradecirte y sos tan tontuelo.
Ay Mauricio, mi soldadito de juguete, mi magenta enorme y feo, si estuvieras acá me dirías que ya sabés, que soy una tonta, que me la paso meló dramatizando y yo, yo te daría la razón, si a vos te encanta tenerla. Te tejería un pulóver como los que hacía tu abuela, esa mujer que huele siempre a verduras hervidas y siempre está con un delantal pegado a la cintura y clavada al lado de la cocina preparando siempre algo, siempre algo.
Vos ahora llegarías, te tirarías en el sillón o en el suelo, abrirías un libro, leerías dos párrafos, lo cerrarías y me preguntarías qué me pasa. Me dirías que no venís de ver a nadie, que sólo tenías ganas de salir a caminar, que no te diste cuenta del tiempo, que no tenés porqué darme explicaciones, que justo te cruzaste con Gustavo y querían tomar unos mates bien dulces, porque a vos te gusta dulce el mate.
Ay, mi dulce nene. Te haces el malo pero sos un nene, mi nene. Yo te tengo que andar cuidando de vos mismo que haces líos y sos tan lindo, tan chiquito, en el fondo sos tan chiquito y todo te da tanto miedo. Te sentás en mi falda y me agarrás con tus manotas que parecen de bebé en ese momento y a veces, mirando un poco a la nada, se te da por soltar algunas lagrimas para después decirme que se te metió algo en el ojo, lo cansado que estás y yo pruebo esas lagrimas saladas que tenés y te abrazo muy fuerte y te levantás de golpe y me decís que soy una loca, que no me aproveche y te levantas enojado para que me ponga mal y después acercarte hasta mí y besarme suavemente la frente.
Tranquilizate un poco y dejame cuidarte, si me encanta hacerlo. Sacate los zapatos que te apretan mucho y relajate que yo me encargo de cuidar tu sueño, señor niño, bebé adulto, magenta tonto y feo.

lunes, 9 de junio de 2008

El ángel.


No sé cómo pero siempre lo salva el mismo ángel. Siempre lo puedo ver a él, su zamba del laurel y esperarlo a ver si quiere que yo le cuente de Miguelito.

Fotos con fantasmas.




Necesito comer más fósforo...

domingo, 8 de junio de 2008

En el reino de dios.

Ya va arrancando y yo me desespero. Parece venirse con todo encima. Se ve que salió apurada y yo acá pensando en cómo hacer.
Acá atrás del escenario los payasos son tan antipáticos, las princesas tan chusmas y los trucos de magia tan pobres.
Estamos a minutos de salir pero aún espero que me mire y me diga “Dale”. Después vendrá un abrazo, pero esos son detalles del final de la presentación.
Ya quiero verlo solo, ya está por arrancar él a toda velocidad, miralo como salta, miralo como salta de cuerda en cuerda, como sonríe, miralo que feliz que canta. Este pibe es un fenómeno, un groso, qué bestia.
Esclavo de eternidades ajenas, reinos de dios, saber improvisar, qué animal, como le entra todo ese mundo en esas dos manos morochas.
No veo la hora de soltar un acorde rabioso y mirar a mi diestra o mi siniestra para encontrarlo a él endiablado sobre su teclado, gritando, llorando sus penas en una copla de su jardín mejor, el de los justos. Los pobres justos. Y gritarle bien fuerte “¡Vamos carajo!” para que el negrito se cebe más y se pare arriba del fa sostenido y pateé la escala hasta el fa natural sin llegar a la octava que acá no la necesitamos para nada che.
Y te creías el hacedor de un árbol, dejalo creer que eso es real, dejalo dormir entre sus ángeles.

jueves, 5 de junio de 2008

El último fué estetico.

DEJENLA EN PAZ. NO VEN QUE ES UN ÁNGEL? DEJENLA TRANQUILA, ES DEMASIADO HERMOSA Y YO LA NECESITO. DEJENLA SANA, DEJENLA VIVA, DEJENLA SENTIR EL AIRE EN LA CARA Y QUE SALIÓ A JUGAR CON UN SOÑADOR QUE LA VA A LLEVAR A CANTAR POR LAS PRADERAS. pOR SER SU pDRUDENCE. dEJELA en PAz.

lunes, 2 de junio de 2008

Un Mes.


Ya pasó un mes y yo empecé a usar el scanner cual cámara de fotos.
Feliz mes cabeza de espanto.

domingo, 1 de junio de 2008

Túlipan.

Quizás tapé mi cara porque quedaba bien.
Tal vez fue porque me daba vergüenza.
Quizás quise emularte el gesto, como cuando te sonrojás.
Tal vez para que sólo vos sepas que detrás del pulóver estaba llorando.
Quizás hay un montón de razones que ni te imaginaste y si no te firmo es porque prefiero escribirte y que vengas a verlo.
Sí, me pintó el blogger, qué forra que es la gente a veces.



Silbo en la oscuridad,
Animal sin reposo;
Torres de la vigilia,
Candela de los ojos.
No se que pueda ser,
Si una curva del tiempo
O un hueco en el corazon atento.

Trigo sobre el brocal
Para que coma el hambre
Y abajo el peligroso
Agujero de la sangre.
No hallo, no puedo ver
Mas que la noche alerta
Y el misterio detras
De las puertas.


Sueñero, jinete sin descanso;
Sueñero, sobre un papel en blanco.
Sueñero, centinela de mi alma;
Sueñero, duermete y dame calma.
Llevo cada mitad
Como dos rios gemelos,
Uno cruza la tierra,
El otro fluye en el cielo;
El de la oscuridad
No conoce el olvido,
Desvelado en seguir
Lo perdido.

Ay, este toro azul
Fatigado y sediento
De correr tras la nada
Como la luz y el viento!

Ardo sin preguntar
Igual, que lo hace el fuego,
Tal vez halle cantando
El sosiego.

Sueñero, enigma de un penitente;
Sueñero, andando entre los durmientes;
Sueñero, espina de las estrellas;
Sueñero, olvidate de ella.

Sueñero, jinete sin descanso;
Sueñero, sobre un papel en blanco.
Sueñero, centinela de mi alma;
Sueñero, duermete y dame calma

Mi Cinco.


Ella es un cinco, mi cinco y espero que siga improvisando como hasta ahora. Cada día más y más. Nuevo mes el nuestro. Espero que sea tan bueno como éste que acaba de destaparnos.

Hoy el día me trajo la mejor de las sorpresas.


viernes, 30 de mayo de 2008

Seguí pasando tu paz.



Gustavo, como pedazo de forro, junta los crotos y sucios puchos que la gente va tirando al pasar. Se los fuma y los convida.
Es inseguro. Tan inseguro, todavía le tiene miedo a los pianos. Dice que lo muerden, que le pegan, que lo esperan a la salida y le hacen la mosca, que una vez en segundo grado se le rieron por usar pitucones. Una vez me hablaba de un asalto de séptimo grado en el cual lo incitaron a jugar a la botellita y lo hicieron besarse con la más fea, pero claro, Gustavito no quería y dio lucha hasta que esos tontos temperados lo hicieron de lado el resto del año.
Siempre se anda ahorrando palabras por si algún día las necesita todas juntas, es por eso que es un tipo tan callado. Parece un santuario, bien reflexivo, calmo como una laguna y muy verde.
Hincha de Independiente, un verdadero pecho frío (le decíamos y se calentaba el muy forro.)
Gustavito querido, vos andás necesitando un buen cumpleaños. Ya vamos a hacer una vaquita y te vamos a comprar uno, uno bien grande, el mejor de la tienda de cumpleaños, pero no olvides que antes viene el mío.

jueves, 29 de mayo de 2008

A esas tuyas palabras que a veces no conosco.

“…Es que a veces la puta costumbre de querer hacerme el Horacio me hace olvidar que yo no estoy buscando nada… ya lo encontré…”

Me doy cuenta de cómo me tengo que dejár de joder, cerrar ese libro y deslizarme a las provincias del sur de nuestra cama donde, casualmente, no hace más frío que al norte sino que es más relativo. Entonces quedo en pasarla a buscar por Netoph (Cinturón de este pequeño continente que llamamos cama) y llevarla en abrazos hasta la costa donde puedo desnudarle los pechos y abrazarla fuertemente contra el mío.
Una vez ahí vamos arrojando nuestras ropas al mar como esperando que haya un Colón en su corpiño o alguien de menor violencia (un Magallanes verde en mi camisa) pero sin la sorpresiva tentación de conquistar un corno. Cuando se lo explico no me lleva el apunte pero es gracioso verla morder sus labios.
Y así las ropas terminan naufragando en todo ese océano que rodea nuestra pequeña isla, digo isla porque comenzamos a sentirla más pequeña. Esto ocurre cuando dejamos que ciertos problemas en las placas, innecesarios, nos priven de nuestros mejores golfos, penínsulas y demás, separándolas. Como un pequeño y cínico homenaje a la Bab El Mandeb.
Es entonces cuando la siento de un mordisco y la reto. “Nunca nada va a acabar con las cucarachas y eso está bien. Sólo aparecen al encender la luz.”

-¡Callate y pensá! Nosotros nunca vamos a necesitar de esas incomodas botellas de socorro que se arroján al mar.-
-Lo que quieras, pero yo siento que no llego con nada.-
-No tenés que llegar a ningún lado. Recorda que me dijiste ayer cuando hablábamos de cómo me abrigaste el día anterior.-
-“El frío entra mucho por las orejas y la nariz.”-
-En esta isla no hacen falta narices ni orejas mientras te traigas tus crayones y tu desprolijidad. En otras palabras, ¡Estamos salvados!-
-Pero Magenta Bueno, no sé si voy a poder.-
-Yo sé que sí y ahora preparate que nos espera un largo viaje hasta la puerta, después hasta la calle y después hasta comprar una galletitas para el mate.-
<< ¿Tendrá idea que imagino la conversación de recién con estas palabras que elegí?>> Pensé mientras se vestía y le dije – Tendé el continente y vamos por las galletitas.-
-¿Qué tienda el qué?-
-La cama, la cama.- (Rigor barato del autor.)
-¿Dijiste el continente?-
-No, no, te habrá parecido. Dale, vamos.-
-Bueno… ah, pará.-
-Sí, decime.-
-Ogue es Ego al revés.-

Y esa es la verdad absoluta.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Mi nariz tapada.

-¿Y cómo haces sin plata?-.
-No, es que por suerte Lina suele ir y me lleva comida o dinero para volver-.
-¿Pero tanto tiempo estás ahí?-.
-Y, mañana entro a las diez, salgo a las doce y entro a las tres-.
-¿Y todo ese tiempo te quedás solo?-
-No, Lina llega y se queda conmigo todo ese tiempo- Mi viejo pone la luz direccional, tose y seguimos marcha. Mientras tanto yo, con la bufanda que Lina me acomodó de tal forma que tapa mi boca trayéndome una suerte de calefacción al respirar, apoyo mi codo en la ventanilla del auto, mi cara sobre la palma de mi mano abierta y pienso en Lina. De repente se escuchan quejas del viejo en un tono amable del tipo de “Si vos fueras organizado uno te daría cien pesos y vos te arreglarías.” La verdad no tengo ganas de contestarle que no me alcanza con cien pesos mensuales, no quiero explicarle.
Lina, Lina. Hoy comí galletitas, sólo seis en todo el día. Mis primeras cinco galletitas me las llevó ella. Ella llevó cinco galletitas hasta donde yo estaba para que no sienta el hambre que tanto estaba sintiendo. Calmó mi hambre, calmó mis dudas y mis ríos, calmó mi frío con su misma bufanda. ¿Y yo? ¿Yo estaría calmando algo en ella? Espero que sí.
Nunca teníamos dinero o al menos nunca el suficiente y aún así me llevó cinco galletitas. ¿Qué acaso eso no es el amor más puro? Yo creo que sí. El amor más puro son cinco galletitas y una bufanda tapándote la nariz.

lunes, 26 de mayo de 2008

Por una de las calles del centro.


Caminábamos por una de las calles del centro. La loca colgaba de mi brazo, iba feliz, saltando, gritando, diciendo tantas tonterías. Yo iba aburrido y bastante triste. En ese momento ella debería estar llegando a su casa. Claro que es tonto que así lo agrupe ahora puesto que en ese momento yo aún no lo sabía. Pero creo que así fue. Mientras esta tonta de pelos rubios me clavaba sus horribles garras en mi brazo ella debía estar tocando el timbre del portero. ¿Cómo sé que era un portero? ¿Y yo cómo demonios voy a saberlo? Supongo que no iba a aplaudir para llamarlo.
Seguimos caminando y siguió escupiendo preguntas tales como: “¿Pero al final qué estás estudiando?” “contame de vos, ¿cómo es tu familia? Vos nunca me hablás de vos” “¿Por qué no te reís un poco más lindo? ¿Estás triste? ¿Es eso?” Y ella ya comenzaba a subir la escalera (de seguro había una escalera.)
-Doblemos en esta calle ¿Sí?- Dijo mientras señalaba estúpidamente. A decir verdad no había nada que no hiciera estúpidamente. Yo no contesté y comencé a doblar. Mi cara no se confundía con la del cansancio pero tampoco con la de la diversión. Mis ojos estaban un poco cerrados y mi mirada perdida.
Ella ya debía estar saludándolo y, seguramente, ya casi tomaba asiento y él le debía estar ofreciendo algo pero no un mate, ése no toma mate.
-Este vestido me hace medio gorda ¿vos qué opinas?- Yo por dentro opinaba que se calle de una vez. A decir verdad siquiera sabía que hacía caminando con ella. Supongo que estaría buscando un poco de distracción. Algo que me borré un poco el mal sabor de lo que ya pasaba (y más aún lo que iba a pasar.)
Seguramente en ese otro momento ellos deberían estar entrando en la habitación y ahí fue cuando comencé a fruncir el ceño.
La loca de mierda esta se frenó, se paró delante de mí y me dijo:
-¿Qué es lo que te pasa mi amor? ¿Queres que mami haga algo por vos?-. Sí, que te callés un rato me gustaría decir que le dije pero no. A veces soy tan cobarde.
Él comenzó a sacarle el vestido, a acostarla y subirse a su pelvis yo comencé a doblar y meterme a un callejón.
Apoyó su boca abierta y jadeante sobre los labios femeninos y comenzó a acariciar o pellizcar sus muslos, ella cerraba los ojos y acomodaba su cabeza hacía arriba.
Con la mano derecha tomó la sábana y abrigo los dos cuerpos. Una vez cubiertos y, nuevamente con su mano izquierda, le arrancó la bombacha de un manotón.
No sé cómo pero estoy seguro de que por eso en ese momento me enloquecí. En ese momento, ya adentrados en el callejón, no aguanté más. Mi pulverizador saltó rabioso de su celda pero aún no hallaba entendimiento ante el contexto. Vagamente traté de sujetarlo y acomodarlo de un manotón en su cucha pero nada surtía efecto ante tal desesperado acto de liberación.
Empezó a embestirla una y otra vez acostado sobre ella. Ella ya comenzaba a omitir pequeños gemidos de placer.
Yo loco, nublado, sin ángeles ni sueños, con esta loca. La casé del cogote y, como un verdadero animal le dije:
-¡Agachate, dale!-. En ese momento yo pensaba: Qué hija de puta, si en mi vida no hubo importantes, eran todas putas, todas putas menos el angelito, todas putas. ¿Por qué es tan hija de puta?
La loca obedeció sumisamente y enseguida empezó a tirarme de la goma.
Él seguía con su anhelado mete-saca que tanto había deseado ya. Un poco más, un poco más y siguió más hasta acabar vaciando su semen entre las piernas de “su hembra”
Un poco más y un poco más hasta que acabé vaciando mi semen en la boca de esta loca. Cosa que disfruté tanto como limpiarme el culo con papel después de cagar. Analogía que se me ocurrió mientras acababa y enseguida pensé: ¿Por qué, generalmente, en los libros no se habla de cagar? Y me pareció curioso.
No quiero hacer mucho hincapié en lo que pasó después ni en lo que hablé con la loca esta. Sólo diré que la otra se despertó al otro día en la casa y se marcho sin desayunar ni bañarse. En cuanto a mí, me las arreglé para dejar a la loca por ahí y seguir la noche en mi sola compañía.
Supe de ella ya pasadas las dos semanas. Un rumor curioso me estuvo taladrando el oído. Parecía que quería encontrarme.
Finalmente la encontré en una plaza y me confesó todo. Muchas dirán que no tengo cerebro pero no pude hacer más que decirle que la quería. Nos dimos un largo beso que yo mismo terminé cortando y le dije que ya no volveríamos a vernos.

domingo, 25 de mayo de 2008

Reglamento de "Lina Dice."

Los Linas son criaturas bípedas que caen de los árboles en primavera y tienen sus propias camas para ellas solas.

Mi amor volvé a casa pronto.


No soy de los de medio pelo necesito mi intrumento cerca de mis manos hoy.

Tintas de un viejo amigo.

Hace ya tres días le pedí a Andrés que me diga cómo hace para dibujar. El tipo se interesó mucho y comenzó a mostrarme distintos trazos, comentando que eran los que más prefería a la hora de hacerlo.
En un momento saltó arriba de la mesa y me dijo – ¡Ya está! Te voy a enseñar a dibujar-. Bajó de la mesa y salió disparado a su habitación. Cuando volvió portaba en sus manos unas cuantas cajas de crayones, lápices y gomas de borrar y un buen manojo de hojas lisas. Venía tan embalado que se le caían las cosas. Se acercó a la mesa, acomodó todo con paciencia y excitación como todo un cirujano y una vez terminado su orden comenzó a explicar.
Es por eso que hace tres días yo he aprendido a dibujar. No como él, ni tampoco bien pero si tengo un título, el suyo. Soy egresado.
Yo me emocioné tanto que decidí comenzar a practicar y fui llenando diferentes hojas, papeles sueltos, boletos de tren y demás.
Gracias Andrés, siempre enseñando nuevas cosas.

Concierto en Si bemol mayor.


"Mi mecánica de tangos baila..."
Lina: Lina me ha salvado ya de tantas y lo hará de tantas otras. Lina es madre y amiga. Es fuerte aunque no lo crea. Ha logrado acaparar tanto, pero tanto, mi atención. Como nadie había podido antes. Lina me trae las ideas, los viajes, los ríos que chocan contra mi pecho y se acuestan sobre él susurrándome el amor que me guarda y cela. Lina no se deja apagar por sorpresas con fecha de vencimiento. Siempre malcriándome a su mejor manera y dispuesta a darme dos bifes por cada tontería que escupe mi torpe boca. Mostrándome el camino. Abrazándome cuando más lo necesito.
Lina, soy yo y soy tuyo y en este día, mi magenta enana y fea, quiero que sepas que no hay razones para ponerlo en duda. Quiero que sigas improvisando a orillas del piano y veamos pasar la tarde sentados sobre su lomo esperando la lluvia túlipanesca de otoño.
Brindo por vos Magenta.

miércoles, 21 de mayo de 2008

De hoy en día que nos teman pues somos gigantescos magentas.
De hoy en día que nos traten con respeto a nosotros y a nuestra relación.
De hoy en día somos uno, un monstruo de dos cabezas.
Quien no celebre nuestra unión será mi enemigo.
Todos se encargaron de hacernos la vida difícil.
Nada en el mundo se está moviendo como debería hacerlo.
Gracias a nuestros aliados.
De hoy en día sos mi única prioridad y yo lo único que quiero es que vos me quieras.

martes, 20 de mayo de 2008

Carta que una vez le escribí a mi hermana.

Será porque al cielo no te deján entrar sin un grande y gordo curricullum vitae o porque se nos rompió el termo y la rueda de mi bici se pincho para el verano que tanto prometimos que en tantas ocasiones miro mis ojos para el lado de adentro veo al revés como volvemos tambaleando los dos solos tan borrachos por el paredón y como descifro que hay algo malo en sus ojos bajo ese sol que de pronto algo en la chirusa que me pintan ganas de abrazar y no es que yo haya sido un tipo de los más amable es que a veces me pongo tan sentimental porque ella es buena conmigo.

-¿Qué haces con esa raqueta?-
-¿Y vos qué carajos le decís raqueta? Se llama Paul, boludo.-
-Bueno, a veces me soy muy boludo.-
-No, no sos boludo: “Falsheas para atrás”.-
-¿Y hermanita, el mundo dejó de ser gris?-
-Por fin el mundo funciona como tiene que ser.-

Y bueno, la chirusa me sabe poner sentimental por eso nos juntamos los tres el viernes a darle un poco más de cuerda al mundo.

domingo, 18 de mayo de 2008

Cargosa.

¿Qué habrá hecho que te alejés tanto de mí en estos días?
Quiero verte y sacarte las pulgas del malestar que ya te comieron casi todo el pelo. Quiero bailar el interludio de alguna fuga de tu mano. Repasar la armonía de alguna de nuestras composiciones. Meterme bajo tu falda y llenarte de hormigas. Esperar el tren que va a cualquier lado, ese que siempre nos espera.
Menos mal volver a besarte, menos mal volverte a ver que ya quiero.
No queremos esperar. Ya queremos subirnos el uno al otro, ya lo sabemos desde hace ya mucho tiempo. Y mientras pienso esto comienza.
-Vos sos un magenta perezoso.-
-Y vos una magenta enana y fea.-
-Vos sos un soñador de cuarta.-
-Y vos sos una cabeza de abrelatas en pantuflas.-
-Vos ya no sabés enamorarme.-
-Vos no sabés lo que decís, yo te enamoro más que nadie.-
-¿Ah sí? Demostralo trucho.-
-Ya lo demostré boba.-
-Tenés razón bobo. Dame besos.-
-Ahora no te doy nada. Andate de acá.-
-No me voy nada. Venite conmigo.-
-Siempre me voy con vos y lo sabés.-
-Sí pero sos un tonto.-

¿Qué habrá hecho que seamos tan felices?
-El olor de los tulipanes-
-¿Te podés callar? ¿No ves que estoy en medio de un monologo?-
-Bueno perdón, no seas malo.-
-No, no soy malo. Ahora me re cortaste el chorro.-

Siempre la misma cargosa…
Menos mal.

Andrés.

Andrés era cuervo y botón. De leo, el signo del orgullo. Tenía dos manos más que importantes. Una verdadera isla el tipo. Silencioso y pensativo. No hablaba gilada. Te dabas cuenta que abría la boca porque la pensó antes.
Siempre te caía con esos comentarios que le escucho a otros de cosas que no tenían que ver con nada y te hacía reír. Te hacía reír como nadie. Tipo lindo mi amigo. Pacifico. Atlántico (También ¿Por qué no?)

Anoche.

-¿Te podes callar panplinote? Siquiera sabes lo que estás diciendo.-
-Pero te digo que es cierto. ¿Vos alguna vez apretaste las yemitas en los dedos de los minutos? Si apretás bien fuerte te ahorrás como tres segundos por cada uno che.-
-¡Qué bello!-
-No seas hijo de puta, ja ja ja.-
-Bueno che, tampoco te la agarrés con mi vieja, ella no tiene la culpa.-
-Sabes bien la razón que tenés.-
-¿Pido otra?-
-No, andá a comprar puchos que yo pido un fernet.-
-Bueno, dale. Ya vengo.-
Este Andrés mío. Algún día se va a morir en Egipto de muy joven o le va a dar por ir por la vida suicidando rubias. Ahora resulta que se enganchó con una que es artista. ¿Me querés decir para qué quiere artistas? Son las más molestas, se paran horas frente a cuadros que no entienden para rendirles apología con frases como “Qué bello” o “hermoso, simplemente hermoso”. Pero si el arte no es eso. No, no es eso, ni siquiera se le acerca. Aunque, por otro lado, dice que es simple la piba esta. Me pone contento. Simple. ¿Cómo será una piba simple hoy en día? Será de las que te bancan en cualquiera que te mandés o esas que usan frases como “Te hago la gamba” o “Dale, haceme pata”. Sí el está bien yo no me meto. Es más, me pone contento.
Pedazo de mounstro. El muy boludo se debe haber quedado a pelearle al quiosquero
Por los diez centavos de los puchos o se debe haber enamorado de una fotografía o debe haber descubierto la religión por eso debe tardar tanto. Hermano aparecé. Ya hace como tres días que te fuiste y no volvés. Dale que se enfría el fernet y nadie le gusta muy frío menos en noches como esta tan nuestras. Por ahí le dejó una moneda a una desocupada creyendo que le estaba salvando la vida, pobre boludo. Siempre fue más bueno el boludo. Pero si es por eso que lo quiero tanto. Que no se lo diga es otra cosa muy diferente pero es bonachón desde changuito ya.
Menos mal, ahí viene.
-Por fin negro, ¿De quién te enamoraste ahora?-
-De tu mamá, boludo. Viejo, no seas así de cruel que había fila para comprar.-
-Bueno te perdono pero pasame un rubio que no doy más de las ganas que tengo.-
-Acá tenés. ¿Fuego queres?-
-¿Che, entonces estás contento?-
-Sí, muy. Mejor que nunca te diría.-
-Bueno me alegro. ¿Te parece si en un rato vamos yendo?-
-Dale, yo también estoy un poco cansado.-
-Cada día nos ponemos un poco más chotos Andrecito mío.-
-Hablás por vos, yo anoche me volvía las siete de la matina.-
Charlas aburridas pero nuestras que siguen y siempre nos hacen llegar tarde a todos lados. Por suerte nos fuimos al ratito.

jueves, 15 de mayo de 2008

Faltando 25 minutos.

-¿Vos ahora cortás y te vas a dormir?-
-No, ¿qué precisas?-
-Yo voy a descansar los ojos acá en el sillón y en media hora va a sonar el teléfono.-
-Así será.-

¿Qué puedo decir? A veces hace mucha falta y viene tan bien descansar los ojos media hora en el sillón.

Los Embobados.

Y, hoy cuando me desperté eran las 06:00 a.m. y respiré bastante mal un par de compases sin saber lo largo que había venido este día, lo mucho que había crecido de su anterior (¿o hermano mayor?)
Cosas de mayos ochos como los embobados.
¿Alguna vez alguno se embobó? Es cuando te preguntan la hora y le convidas un pucho, cuando te ponen media falta y no se te ocurre excusa, cuando por pensar en el culo de alguien te lleva puesto un colectivo y nadie se da cuenta lo culpable que es ese alguien solamente vos y es por eso lo embobado/a.
Hoy me olvidé la melodía, perdón, me embobé.
Hoy no cursé una materia, perdón, me embobé.
Hoy llegué tarde a otra materia, perdón, me embobé.
Hoy salí tarde de otra materia, perdón, me embobé.
Hoy rendí mal, perdón, me embobé.
Hoy te canté media hora, perdón, me embobé.
Llegado al caso porqué tanto perdón si total me embobé y no es nada malo embobarse. Como decía el de Bahía, y eso que arde Bahía, es lindo embobarse.
Estuvo bueno el día, tuvo sus cosas malas como cuando tomé la leche que la tomé con el periodista pero sacando esas cositas son más las cosas bobas y ¿qué esas no son acaso las más lindas que se ven?
Las mejores charlas las practican los embobados.
-¿Tenés frío?-
-No, me tomé un jugo de naranja.-

-¿Por qué lo lunes y los martes son los días que más me cuesta arrancar?-
-No sé, pero mi semana ponele va bien si arranco bien el lunes.-

-Los declaro marido y mujer.-
-Ya lo habías hecho.-

Qué boba que sos cuando me mirás.
Qué bobo que sonreís.
Qué bobo que besas.
Qué boluda que sos, yo te digo de acompañarte y te pensás que no quiero. Pero si yo nada te dije, es más: “Ojalá mañana al despertarme a las 06:00 a.m. respire bastante mal un par de compases sin saber lo más largo que se va a venir el hermanito del 8 de mayo.

martes, 13 de mayo de 2008

Verdad absoluta.

¿No te digo siempre que sos la mejor?

Vuelta.

Cuando no nos veíamos y volvía tarde a casa siempre me aguardaba un perro negro a la vuelta. Me gruñía, se me acercaba, me ladraba y me obligaba a caminar una “u” (o dígase 3 cuadras de más) para llegar a casa.
Desde que volvimos a vernos el perro dejó de aparecerse.
¿Cómo llamás a eso?

Manos a las teclas.

Sí pudieras ver mi futuro y me vieras lleno de dinero, fama, pero por las noches me vieras despertar sudando, tratando de llenar el espacio que me dejaste por el resto de mi vida o me vieras pobre, en la ruina, sin nada pero con vos y feliz ¿cuál de los dos futuros elegirías para mí?

Tristeza (* como a un bebé.)

Recién venía en el tren y abracé la mochila como te abrazo a vos*

lunes, 12 de mayo de 2008

Historia aburrida: Capítulo final.

Justo pensó: “Menos mal que llegamos.” Y ahí empezaba la tarde que se pasó tan rápido.
Almuerzo, charla, cigarrillo “de después de almorzar”, charla de durante el cigarrillo “de después de almorzar”, juntarse con el grupo por lo del práctico, comer galletitas con dulce de leche apoyadas al dorso de un cuadro a falta de bandeja, fumar otro cigarrillo “de mientras terminar el trabajo práctico”, discutir con ineptos, fumar el cigarrillo “de después de terminar el trabajo práctico” y ese es el fin de la etapa 1.
Nos volvemos a tomar el tren para ir a casa pero eso no es lo importante, no quiero hacer hincapié en todo eso que me aburre mientras escribo, ¿no se nota que ya tuve que cambiar al narrador?
Llegaron a la casa y de repente sin esperar nada una canción cayó a gotas desde un parlante y los hipnotizó, no pudieron dejar de calentase con la canción. Pero una calentura tierna. Si hasta se dijeron “Te amo” y todo y era verdad. Y no aguantaron más.
Hicieron el amor otra vez más y decoraron cada rincón de la casa con su amor, hicieron el amor sobre todos los muebles de la casa, hicieron el amor sin quitarse la ropa y así entre sudores Mauricio se acerco a su oído y le dijo:
-Unas simples ropas no van a impedir que nos hagamos el amor.-
Y sí, la idea era terminar sin sacarse la ropa y así se hizo.
Un rato más tarde el la dejaría en su casa pero sólo para preguntarle una cosa y sólo una cosa.
-¿Te aburriste?-
-No lindo.-
-Gracias Magenta enana fea y tonta, me acabas de arruinar el título.-

Historia aburrida: Capítulo 3.

-Una vez le puse un apósito a un sapo. Él lucía la carne viva de su espalda. Era lo mismo que estar en cuero pero como en otros animales, no nosotros.
Era más grande el apósito que él.
Mi hermana los agarraba y, hasta a veces, agarraba ladrillos y se los dejaba caer. Ella no nunca fue tan veterinaria como yo.
Había otro que era más escuerzo. Era enorme y yo le había construido una casa que era casi de su misma dimensión.- Se queda pensando unos cuantos segundos y mirando a la nada dice.-Ay, ese sapo me odiaba.-
-Esta conversación me suena haberla tenido en la vereda de tu casa.-
-Puede ser que te estés poniendo joven.-
-Callate Magenta enana, córtala con esas cosas, ¿queres?-

Historia aburrida: Capítulo 2.

-Vos sos peor que un sapo, te haces tanto lío.-
-¿Y vos qué carajo sabés de un sapo? ¿Qué, dormís con uno acaso?-
-Sí, uno enorme… vos. No, en serio, yo era amiga de los sapos.-
-¿Por qué siempre que empezás a hablar dejás un renglón como para ver qué digo yo? ¿Hace falta tanta simetría o queres mi aprobación para seguir?-
-¿Me podes dejar hablar Magenta viejo o me vas a cuestionar todo?-
-Te puedo dejár hablar aunque la pregunta sería sí quiero.-
-Bueno ¿querés dejarme hablar?--No, pero tampoco tengo otra cosa que hacer, falta mucho para llegar, hablá-

Historia aburrida: Capítulo 1.

Se iba a levantar a eso de las 9:30 a.m. pero siguió de largo hasta que ella llamó.
-Dale Mauri, tomo el tren con vos.-
Se levantó, se acicaló y pensó en lo que sería el día. En como no tenía ganas de salir tan tarde y volverse desde allá. En como quería estar un rato haciendo nada, mirando al techo, escuchando música tonal. Abrió la puerta y se fue.

Historia aburrida: Prólogo.

"Si todas las historias fueran aburridas uno dejaría de leerlas y yo dejaría de escribirlas. Cosa que a mí no se me cumple. Nadie lee las mías. ¿Esto quiere decir que no son aburridas?..."

domingo, 11 de mayo de 2008

Bikini.

Recién acabamos de hacer el amor.

Te dije. Vos no sabés sombrear.

Hay lugares que recordaré toda mi vida,
aunque algunos han cambiado.
Algunos para siempre, no para mejor,
algunos se han ido y otros aun existen.
Todos esos lugares tienen sus momentos
con amantes y amigos que aun puedo recordar.
Algunos han muerto y otros viven,
en mi vida los he amado a todos.

Pero de todos esos amantes y amigos
no hay nadie que pueda compararse contigo.
Y estas memorias pierden su sentido
cuando pienso en el amor como algo nuevo.
Aunque sé que nunca perderé el afecto
por las personas y cosas que se fueron antes,
sé que a menudo pararé y pensaré en ellas,
en mi vida te querré a ti más.

Msn

Nos ponemos de meneo como si el aire fuera de hilos.
A veces es fácil, se trata de poco, como a veces no.
Pero digamos que es un cuadro, yo miro un cuadro y nada más.
Las gordas cantan mis cinco otoños y nos cortan con cuchillos.
Los pájaros se nos ahogan pero ella no titubea.

Encerrada en su marco, en su lienzo que hasta la sé de memoria.
Podría dibujarle con las manos cerradas.
Demasiado fácil, a cuánta noche.

Ahora las colegialas ponen trampas en sus polleras cuadrillé.
Hay muchos que pican y se lo pierden, pero ¿y el cuadro?
¿Qué hay de él? ¿Tendrá hambre? ¿Conocerá del frío?
Carambas que me gustaría saberlo.

Yo esquivo todo, no miro (o no veo) a nadie, sólo el cuadro,
Parado en el umbral me di nariz, tose bajito.
Y se me hace que es chiquita, metro 60.
Es chiquita como el susto de un ratón y huele a marzo.

Debe tener los dedos largos que abren nueces,
pelo de arena, sí, arena clara.
Yo le hablo al cuadro que no siempre contesta,
mi cuadro imaginario, mi sabido cuadro imaginario que tose en el umbral de mi nariz.

Apostaría a que recorta arroz y lo guarda en pañuelos llenos de pétalos de semen.
Que de noche se pierde en los barrios de su almohada y es apóstol de los kioscos.
Que no tiene calor ahora, pero se tapa hasta la boca con la frazada.
Apostaría a que no sé nada de nada y que ya me voy.
Pero bueno, no tengo nada que apostar así que debo irme.
Adiós...

viernes, 9 de mayo de 2008

1 semana.

-Fué re groso ese estornudo, ¿Viste?

miércoles, 7 de mayo de 2008

Tenés un E-mail.

Los correos electrónicos fueron creados por y para novios muy celosos.
Por eso es que, por ejemplo, uno tiene la opción de marcar los correos como no leídos, de revisar los enviados y borradores y de verificar los eliminados y de confiar en su novia/o.

Yo por suerte confió en la mía realmente y no necesito de esa comodidad tan incomoda.
Sí bien, alguna que otra vez, la he necesitado me he dado cuenta de que ella no sólo es mi novia, sino que, también es mi correo electrónico.

martes, 6 de mayo de 2008

Más sobre la puerta.

Hace lo que quieras, ahogate en un mundo o quemate en un bosque.
Quedate conmigo o andate sin mí.
Plantame más sonrisas o callame la baba.
Bañame los días o hace lo que quieras.

Quedarme con vos, siempre con vos, hago lo que quiero, quedarme con vos.
Irme sin mí a veces es quedarme con vos y a veces es un mantel de selvamadres,
a veces es poner una canción linda contra el espejo y verla opuesta, sentirte tan oruga,
tan pirata, tan piraña, hablarte del pasado o esperar que termines.

Hacerte esta poca tan compañia que te hago, para que sepas sin hablar que estoy con vos
sin nada preguntarme, sin nada reprocharte, sin nada de que pelear.
Volver del tren por no ser de la mano ni de los jueves.
Somos pertenencias de esos jueves que llegan a casa del viernes con las rodillas raspadas
y los enteritos descocidos de tanto nosotros que los caminamos de arriba abajo.

Esa mañía de perdernos en las calles de esa ciudad
como si alguno de los dos supiera al otro de brújula o mapa de regreso.
Esas escondidas y esos bancos que ya nos ven venír y dicen "figurita repetida".

Será que me olvido de lo jovenes que estamos y creo que ya no podemos pensar en prontuarios o épitafios para charlas?
O será que me olvido de lo jovenes que estamos y creo que ya podemos pensar en prontuarios o épitafios para charlas?

Y vos qué dibujas? Alguna vez se te dió por dibujarnos más horas en un día?
Debes estar muy entretenida con esos mismos robotitos pero yo te acompaño desde acá.
Lejos de Henrry William, en casa, un lugar con menos aire puro pero más guerras.
Soy optimista con vos, sólo con vos, es mi regalo...
Estoy acá haciendote el aguante y hace mucho que no escribo que no escribo y que no escribo.
Lo más lindo fué caminar hoy hasta tu puerta y dejarte tranquila.
Yo voy a empezar a escribir y va a haber varios personajes con el mismo nombre.
(Me choca que ni en las películas ni en los libros haya dos Marcelos o dos Fermínes o dos Claudias.)

En mis Historias hay dos Linas.

Siempre es mejor hablarlo.

Hace media hora que no sé cómo te llamas y dos días que no nieva.
Hace media hora que estoy en la escuela y me aburro y te pienso.
Hace media hora que nunca te ví ni sé si lo haré.
Hace cuatro minutos que empecé a escribir.
Hace una semana que no sé de un cumpleaños.
Hace siete mensajes que pedís explicaciones y no sé qué decirte.

Por qué no hablamos de canciones, de hélicopteros, de guerras frías.
De desvelos, de Bradbury, de querernos, de tenernos veinte minutos.
De que no te persigas, no te incomodes.
De que estoy bien y no uso ayudas.

A vos te gusta lo que digo, a mí me gusta decirte.
Escuchame, leeme, callate, no interrumpas y entende.
No necesito verte o tenerte para saberte, diptongo atróz.
Dame sólo un renglón, dos palabras, tres puntos suspensivos,
un signo de interrogación, cuatro de las vocales, tres consonantes
Y veras que uso más ingenioso del papel y la tinta puedo lograr.

Ahora andate y extrañame que es extraño.
Pero afloja y tomame y ya hace siete minutos que estás leyendo y media hora que me queres ver.

domingo, 4 de mayo de 2008

Introducción al reglamento de "Lina Dice"

Lina dice es un juego que se inventó hace un día (En realidad va a hacer un día a las 23 horas del día de hoy.)
Consiste en tratar de agrupar la mayor cantidad de horas de estudio posibles en espacios de tiempo inútiles.
A continuación les daremos un breve ejemplo:

“Algún que otro renglón suyo me anima y me gusta... No pierda la costumbre, si es que se atreve a compartirlos…


Atte: Cordialidad. (Es que no nos conocemos tanto.)


PD: Ojalá hayas tenido un feliz cumpleaños…”





Gracias a Lina por perder el tiempo en mí.

Te me vas a cagar de risas.

Tenías miedo, tenías.
Me tenías miedo a mí, a lo que era, al sol que ya nos había abandonado hacía horas.
Le tenías miedo al teléfono y por eso te escondías de mí, de quién era, del sol que se había escapado y te escondías del teléfono.
Y yo estaba chiquito, me sentía tan chiquito mirá, que ni te saqué la ropa. Te escuchaba respirar y te hablaba bajito.
Ninguno pensaba en la parada del colectivo ni en esos tantos amigos que teníamos. ¿Te acordás de ellos? Nos llamaban. Una vez vos les contestaste sin atender. ¡Qué monada!
Y yo chocho. Claro, si yo no quería que te vayas. Si vos estabas bien. Yo te estaba mimando y vos me las devolvías cada vez más fuerte. Me dejaste en Babia.
Me daba miedo que me veas a los ojos abiertos porque te estaba mirando en la bombacha y por ahí pensabas mal de mí. Pero no te podía dejar de mirar. Y pensaba en el cíclope, en vos, en lo mágica que eras y en como sabías encontrarme. En los números de la fecha (A ver si coincidían en algo con algo.)
Yo me ahogaba en ríos metafísicos decían todos pero vos hacías de ancla. Y yo me iba al fondo, más abajo, más abajo tuyo. Encontraba tu río. Tu propio mar metafísico y lo probaba, lo discutía, lo cuestionaba, lo aceptaba y me enamoraba de él. Pero vos, ¿vos qué ibas a saber? Si estabas memorizando el techo y te tomabas lección con la parte interior de tus ojos o viceversa. Tratabas de recordar el oscuro perfecto de las veces que los cerrabas. Y yo claro, estaba muy ocupado tratando de olvidarme del protector para que parezca accidente. Hasta que te diste cuenta y no te molestó y compartimos ríos metafísicos y nos ahogamos los dos y nos llenamos de nuestros sudores, nos vestimos en ellos con la luz apagada.
Después te fuiste. Pero ya había terminado de empezar todo lo demás.

Hoja 1. Página 3.

Éste es el cuaderno de Mauricio Zárate. Nadie puedo tocarlo, ni tenerlo, ni leerlo porque es mío. Es mi cuaderno. Yo soy Mauricio Zárate y sólo yo discuto conmigo mismo y nadie más.
Éste es mi pulverizador.
Éste es mi ébano esdrújula.
Éste soy yo y de éste mis tintas.

El paraíso de los cuerdos.

-¿Qué pasa Mauricio?-
-¿Qué pasa a mí o qué pasa a yo?-
-¿Qué pasa a él?-
-Él no, ella.-
-¿Y ella dónde está?-
-No está más ahora ella en él. ¿Vos tartamudeas?
-No, yo no tartamudeo.
-Yo sí. Yo si quiero tartamudeo y si no quiero no tartamudeo. ¿Entendés? Es como yo quiera hacer.-
-Sí, sí, sí, te, ten, tiendo.-
-A eso le decís tartamudear es, eso no es tartamudear bo, boludo no sa, sabés tartamudear.-
Andrés rió largamente y tomando la mano de Mauricio preguntó si estaba bien. Mauricio contestó que sí pero es realidad ya quería dormir.
La noche había sido muy larga. Entonces se despidieron.
Mauricio caminó hasta su casa. Seguía pensando en su pulverizador, en como ella lo había rechazado. No dejaba de pensar en eso y la noche empezó a apagarse.
-Una propiedad intelectual es, por ejemplo, un terreno que sabe muchas, muchas cosas.- Dice la flaca y ríe, ríe mucho y yo enseguida le retruco.
-Claro, así como un paraguas.- Ella duda. Lleva su dedo índice y lo moja en uno de sus labios, en ese momento se apagan las risotadas.
-¿Paraguas decís?-
-Sí, paraguas: Para-Las-Aguas, las detiene.-
-Claro, como anteojos: Ante-Ojos. Porque si vos mirás a la persona de frente está el cristal antes que los ojos-
-Mmm…, creo que ahí ya es más delicado, pero no entremos en cuestiones filosóficas. Mejor seguime cantando.-
-No, mejor cantemos juntos.-
Y bueno, cantamos, nada más cantamos. Afuera el mundo agonizaba y adentro dos grandes y sólidos magentas cantábamos y seguíamos cantando.

Esto pasaba hace 22 años y 1 día

-¿Vos sos nene o nena?-
-Nene.-
-Te compro tu nombre ¿Cómo te llamás?-
-Mauricio.-
_¿Por cuánto me vendés tu nombre?-
-Por tres pesos pero en tres monedas de uno.-
-Hecho.-

Y desde ese día me llamo Mauricio, Mauricio Zárate.

De mí, Ana y el cumple de la Nona...

“22 pirulos, esos si que no se cumplen todos los días. Son como los 15, que se cumplen una sola vez también y después uno cambia la piel…”

Todos tienen su forma de ser y sus costumbres. Él, por su parte, siempre que viaja en el asiento trasero del auto se ubica tras el asiento del conductor, siempre que alguien le convida comida prefiere la última porción, pedazo, cacho, o cachito. Tuvo sueños eróticos con todos sus parientes e incluso, cuentan que en algunos, amaneció mojado.
Este año prefirió no hablar de lo sucedido en su víspera, prefirió compartirlo sólo con su cómplice y sólo comentar una conversación que tuvo con Ana en el cumple de la Nona.

Ana (a la muchedumbre integrada por: Tía, abuela y nona. Esta conversación debe ser pronunciada sabiendo que Mauricio escucha desde el asiento vecino a la mateada.)
(Valga la redundancia) Ana:- Mauricio es diferente, tiene mucha luz adentro.-
Tía:- Le gusta mucho la música.-
Ana:- Es como yo, es loco, está loco, siempre lo estuvo, es un luchador, eligió ese camino.-
Mauricio:- Si vos lo decís…-
Ana:- Sí Mauricio, nosotros vemos cosas que los demás no notan, somos diferentes, somos raros, estamos locos.-
Mauricio:- Yo no le diría locura. Voy a hablar por teléfono.-
Ana, Nona, Abuela al unísono:- “… (Supongo que de algo deben haber hablado)”

Tía:- ¿Mauricio podes acompañar a la nona a la casa de la tía Lina?-
Mauricio (al teléfono):- Sí tía, ya voy. Bueno chau.-

En ese momento se sucede otra conversación que se presentara más tarde entre Mauricio y la Nona.
De vuelta Mauricio en la casa de la Abuela saluda a Ana y a la Tía que se van.

Mauricio: -Chau tía.-
Ana:- Vos empezaste a luchar hace mucho ya.-
Mauricio:- Vos decís, mirá que no sé contra qué.-
Ana: - Sí Helena, él tiene muchísima luz, siempre fue diferente.-
Abuela: - Éste mirá, me parece que tiene más pero de lo otro.-

Ana besa a Mauricio larga y afectuosamente y, mientras acaricia su pelo, dice:- Sos hermoso, te pusiste muy lindo, elegiste un buen camino seguí luchando.-
Mauricio:- Tené cuidado con el pelo que lo tengo sucio, se te va a caer la mano.-
Ana: No te estoy tocando el pelo, te estoy tocando a vos (y toca su pecho).-
Mauricio la mira fijo. – Hace mucho que empezaste a luchar, seguí hermoso, te va a ir muy bien.
A vos nadie te comprende.-
Mauricio: - Sí, hay gente que sí-
Ana: -Ya encontraste tu grupo, me alegro. Chau Mauri.
Mauricio: - chau Ana.-
Y se van Ana y la Tía.


-Ayer me puse de novio Nona, sos la primera a la que le cuento.-
-Quédate tranquilo que yo no voy a contar nada. Me alegro por vos.-

viernes, 2 de mayo de 2008

Casi te puedo ver, Tango a rayas.
Casi te puedo probar apagando la luz de mis bolsillos.
Casi me olvido de todo...
Hubo una mañana que no me gustaba,
una tarde que no me sabía y una noche que no me olvidaba.
Tenés manos de crear, pelo de peleas,
labios de vías, palabras en vagones,
ojos de andén y un ciruja pidiendo monedas en tus dientes.
A veces es más fácil perderle al "porqué me gustas",
secate los ojos, es jueves, sos mía por este día,
por éste y los que vendrán de su mano.
Nunca me hablés a lengua limpia, dejála rota, sucia.
Nunca me dejes celoso de tus Adanes
porque te echo de menos cuando te tengo que sumar.
No te caigas más de mi pluma sino vas a verme.
Dejá de correr por mis renglones,no me sientes a buscarte.
Estás en algún lado pero es mejor no saberlo,
aunque lo sienta en cada cigarrillo, hoja,
hueso de mi diccionario, de mi réquiem, de mí.
No te aprendas tu nombre ni tu voz.
Mejor dejalo así que nos siga inventando.
Sacudite las piernas contra el piso y cerra las uñas que casi te puedo ver.